La Sal y la Hipertensión Arterial

El plan de alimentación, comúnmente denominado dieta, es uno de los pilares básicos del tratamiento de distintas enfermedades. Sin embargo, es uno de los componentes que más transgresiones sufre. En ocasiones ésto se debe a que el paciente se siente prisionero de un esquema rígido y monótono, porque no se le ha explicado con claridad el objetivo del mismo, y no se han explicitado los sustitutos suficientes para el que el mismo sea variado, y por lo tanto facilitar su cumplimiento. Fundamentos de la Dieta hiposódica en el paciente hipertenso La importancia de la ingesta excesiva del sodio, básicamente en forma de sal de cloruro de sodio, en la génesis de la hipertensión arterial esta sustentada en múltiples estudios epidemiológicos, . Para un aumento de 100 mmol/24 horas (1,5 grs. de sal común) en el consumo de sodio se registra un aumento de la tensión arterial sistólica que varia entre 5 mm Hg y 10 mm Hg, y en aproximadamente la mitad de estos valores para la diastólica, y que estas variaciones son mayores con el incremento de la edad y las mayores tensiones arteriales iniciales. La reducción en la ingesta de sodio diario de 50 mmol (aproximadamente de 3 grs de sal), alcanzable con una moderada reducción dietética, podría reducir la tensión arterial sistólica en 5 mm Hg y la diastólica en 2,5 mm Hg; además, si éste cambio alimentario se pudiera extender a toda la población, se podría reducir la incidencia de accidentes cerebrales en un 26% y la enfermedad isquémica coronaria en un 15%

Requerimiento diarios de sodio y fuentes alimentarias 

Las pérdidas básicas de sodio por día en un adulto oscilan los 60 mgrs (3 meq); por orina 10 mgrs a 30 mgrs, por piel sin sudor 25 mgrs y por materia fecal 10 mgrs.  En este último caso, la excreción puede oscilar entre los 10 mgrs y los 100 mgrs, y sufre poca variación en relación con las ingestas.  Las pérdidas por saliva, lágrimas, cabellos, uñas, semen y menstruación son de escasa significación.  En consecuencia, las vías de eliminación que juegan un rol fundamental para mantener la homeostasis son la cutánea y la renal.  Las pérdidas por piel en personas con un ingreso diario de 100 mgrs a 150 mgrs no superan los 25 mgrs/día, y son fundamentalmente por perspiración.  En sujetos sometidos a tareas físicas intensas y altas temperaturas el contenido de sodio en el sudor está directamente relacionado al ingreso del mismo, de modo tal que aunque el contenido de sodio sea de 100 mgrs por litro de sudor, se deberían sudar 10 litros para que las pérdidas de sodio fueran de 1 gramo.   
Una dieta civilizada racional debería contener 85 meq/día de sodio (2 grs de sodio – 5 grs de cloruro de sodio); sin embargo, si bien el consumo diario de sal varía de país a país, y más aún, de región a región, y de sexo a sexo; se puede estimar que en promedio sería de 8 gr a 15 gr por día (hasta 260 meq – 6 grs de sodio)en las dietas occidentales “civilizadas”. Análisis estadísticos sugieren que entre el 25% y el 50% del consumo de sodio en la dieta de los países occidentales proviene del uso discrecional de sal de mesas en la cocción o aun agregado en la mesa. El contenido de sal en los alimentos naturales sería no mayor al 10% de lo que se consume diariamente; mientras que la cantidad restante provendría de la adición de sal en la manufacturación de los alimentos.

Dietas hiposódicas  

Las dietas hiposódicas se pueden  dividir de acuerdo a su contenido en sodio en: 
A. Dieta hiposódica estricta: contiene hasta 17meq. de sodio(400 mg de sodio – 1 gr de cloruro  de sodio) 
B. Dieta hiposódica  moderada:  contiene hasta 45 meq de sodio(1gr de sodio – 2,5 gr de cloruro de sodio ) 
C.   Dieta hiposódica leve: contiene hasta 85 meq de sodio (2gr  de sodio   - 5 gr cloruro de sodio). 
Las dietas hiposódicas leves constituyen una restricción muy moderada que se puede alcanzar con la sola limitación en el consumo de productos panificados, y suprimiendo o limitando el empleo de sal de mesa común así como el de alimentos manufacturados, excepto las frutas envasadas en almíbar y otros productos cuyo contenido de sodio sea conocido.  De este modo se pueden bajar las cifras de tensión arterial entre 5 mm Hg y 10 mm Hg en una significativa cantidad de pacientes hipertensos “sodio-sensibles”, y aunque no todos los pacientes puedan responder a esta moderada reducción en la ingesta de sodio, no existiría ningún inconveniente para retornar a la dieta natural, con bajo contenido en sodio, consumida por nuestros ancestros a través de la historia hasta el pasado reciente. La reducción de sodio puede minimizar las pérdidas de potasio inducida por los diuréticos, y además los alimentos frescos con bajo contenido de sodio contienen mayores cantidades de potasio que las que están presentes en las formas procesadas de los mismos. Restricciones más rígidas de sodio pueden ser necesarias en pacientes con Insuficiencia Renal o Insuficiencia Cardíaca.